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domingo, 8 de mayo de 2011

Las hermanas: vida y muerte

El visualizar la muerte resulta complicado, visualizarla desde un cerrar de ojos, un sin tiempo, invisibilidad, un respiro agitado con la mirada intranquila mirando a su alrededor, buscando... un espíritu de aire, algo que pueda apaciguar la angustia que oprime el pecho y que limita el movimiento, la libertad, la visión que se torna nubosa, la cabeza comienza a palpitar, la desesperación y los anhelos, la frustración y entonces... el ultimo orgasmo. Las extremidades pasan de la violenta inapacible hasta la partida de la energía desde las extremidades... despacio, lentamente se empieza a desaparecer, a dejar de ser... Y al final, de unos suspiros forzados de una garganta seca, solo flota en el aire el ultimo remanente de aquello que fue.

Pareciera que la única manera de dar cuenta de la muerte es a través de las percepciones de vida. ¿Será acaso la muerte aquello que el hombre se encuentre inhabilitado de concebir? Las descripciones y las pasiones que se han escuchado de ella siempre se encuentran ligadas intrínsecamente a la vida, no es gratuito que al orgasmo le hayan llamado la petite mort, caminando lado a lado con una carga de polémica y pasiones con la muerte.

¿Que paso con la muerte, algo inherente a la condición del ser, que se torno en algo que atrae las miradas y las suspicacias? Se le manchó con un tinte de moralidad, se convirtió en el instrumento de demonios, consecuencia de pestes, causa de sufrimiento... ¿Porque persiste a través de los tiempos este antagonismo que se vive entre estas dos? Esto, cuando ambas son hermanas.

Despiertas, desayunas, vas a trabajar, terminas, regresas y duermes. Despiertas, desayunas, vas a trabajar, terminas, regresas y duermes. Despiertas, desayunas, vas a trabajar, terminas, regresas y duermes. ¡Viva la libertad, esa que ni en las mas locas fiestas se puede asomar!

Y este sentido doy, la vida y la muerte como hermanas donde se puede asomar la dialéctica entre estas. Se puede vivir tanto en muerte como morir en vida.

Dialogos de altanoche en el mar de malta.

Un amigo muy querido una vez mencionó  “la escritura es un deporte, practícalo” y aquí me encuentro, respondiendo a ese llamado que arde, que invoca y me acongoja… precisamente porque no es un llamado de fuera, sino porque es una llamada que viene de mis adentros y que lleva tiempo de estar contenido, amordazado… por nimiedades como ataduras de la realidad, como el tiempo, el trabajo,  entre otras cosas como lo “importante” dirían algunos, pero bueno… ¿cuando es que dejamos de escucharnos a nosotros mismos para atender a la supervivencia?…¿no es el hacer a un lado esto lo que nos convirtió en criaturas “civilizadas”? el atender trivialidades, sin sentidos, lo realmente liberador como es el arte, la música, la literatura… en fin, aquello que retiene eso que nos difiere de los animales, los elixires de las pasiones que nos llenan y extasían de sus fulgores e irradian de esas sensaciones abstractas, indescriptibles, intangibles; siendo esta, la cualidad principal que estas poseen para intoxicarnos de las más sublimes caricias, esas que ningún suspiro en el oído nos pudieran robar.
Aquí estoy, presa de ese deseo, de esa locura e indefensión que es el tomar la pluma que posee mis adentros como bestia enjaulada que seduce a su vez,  con su belleza e imperfección, salvaje y sin control.  Me detengo, algo me dice, me cuestiona que es lo que estoy haciendo… me interroga motivos, razones, utilidades, valor, ventajas… ¿Por qué lo haces? ¿Por qué te entregas a este sentimiento tan desgarrador, que te hace sentir esta soledad que solo la tinta y el papel pueden consolar?  Lamentos al fin, siendo estos vestigios de una humanidad latente en mí que desfallece por emerger en esta desolada y lógica existencia de lo esperado, predecible y delineado como cual instructivo. Como si… esta se fusionara en un paradigma de la simulación e hipocresía sin fin, funcionando en y con la paradoja, pero en una paradoja muerta, porque esto no da miras a cuestionamientos, o tan si quiera un aliento de inquietud acerca de qué fin tiene la vida misma,  hacia donde va, o nos arrastra (si es que tenemos con un poco de suerte voluntad en todo este juego).
Más allá de las balas, de la sangre, y los cuerpos descompuestos, de las vidas mutiladas, esperanzas truncas y sueños fallidos;   más que un anhelo, un deseo o una mirada de compasión, lo único que tenemos es el vacío y la frialdad, lógica desmesurada y mecanizada, como cuales carriles de ferrocarril dirigidos a un precipicio, donde ni siquiera hay pauta de mirar alrededor a contemplar el paisaje antes del fatídico final. Si… hablo desde la muerte, con lo incognoscible que esto pueda implicar, y a pesar de que esta mano se alza valiente en un afán de entrega, se encuentra fría, atrofiada… tímida porque hasta hoy le han soltado el primer eslabón que la aprisiona.  Te saludo afectuosamente Señor sin-sentido, porque es a ti a quien debo el aliento de cada mañana y este maldito hipo incontrolable que me hace padecer la espontaneidad de la vida y seguir adelante, hasta que me embriague la soledad de la razón.

Seguiremos dialogando… en la medida que la cotidianidad me fastidie.